Capítulo: XXIV
JUICIO Y CASTIGOS DE LOS PECADORES
1. Dirige tu mirada al fin en todas las cosas
y de qué manera comparecerás ante el juez justísimo
para quien nada está oculto
ni se deja aplacar con sobornos, ni acepta excusas
sino que, como justo juez, juzgará.
Tú, pecador miserable y tonto,
¿qué responderás a Dios que conoce todas tus maldades
tú que a veces tienes miedo del rostro airado de un simple hombre?
¿Por qué no te previenes para el día del juicio
cuando ninguno podrá disculparse o alegar por otro
sino que cada uno tendrá bastante con llevar su propio peso?
Ahora es fructífera tu labor, tu llanto es aceptable,
atendibles tus gemidos, tu dolor
compensatorio y purificador.
2. Tiene un lugar grande y saludable de purificación la persona
paciente que al recibir injurias sin motivo
le apena más la malicia del otro que su propia ofensa,
que ruega a Dios voluntariamente por quienes lo contrarían,
de corazón perdona los agravios
que no se demora en pedir perdón a otros,
más fácilmente se compadece que monta en cólera,
con frecuencia dirige su misma violencia hacia sí
y se empeña en dominar bajo el yugo de su espíritu
las tendencias deshonestas de su naturaleza.
Mejor es ahora limpiarse de pecados y cortar las
costumbres depravadas que reservar para el
futuro su expiación.
Verdaderamente nosotros mismos nos engañamos
por el desarreglado afecto que tenemos a nuestros malos impulsos.
3. ¿Qué cosa distinta a tus pecados devorará ese fuego?
Mientras más ampliamente te disculpas ahora a ti mismo
y sigues tus inclinaciones deshonestas,
con mayor intransigencia se te exigirá que pagues
y más material reservas para que arda.
En lo que peque la persona,
en eso será más gravemente castigada.
Allí los perezosos serán estimulados con punzonesardientes
y atormentados los glotones con inmensa
sed y hambre.
Allí los lujuriosos y amantes deshonestos de placeres serán zambullidos en asfalto ardiente y pestífero azufre;
los envidiosos aullarán de dolor como perrosrabiosos.
4. No habrá maldad que no reciba su castigo específico.
Allí todos los altaneros quedarán repletos de vergüenza
y restringidos los avaros por miserable indigencia.
Allí será más grave pasar una hora de sufrimiento
que aquí cien años de penitencia amarguísima.
Allí no hay ningún descanso, si [sic] el menor consuelo
para los condenados.
aquí sin embargo cesan los sufrimientos de vez en cuando
y se puede gozar la satisfacción de la amistad.
Ten ahora cuidado y arrepiéntete de tus faltas
para que el día del juicio estés seguro con los santos.
Porque entonces estarán los justos de pie y sin temor
ante quienes los angustiaron y hundieron (Sb 5,1).
5. Entonces se sentará a juzgar
quien ahora se somete con humildad a los juicios de los hombres.
Entonces tendrá gran confianza el pobre y humilde
pero el arrogante estará aterrado por todas partes.
Entonces se hará patente que el auténtico sabio en este mundo
fue el que aprendió a aparecer como tonto y despreciado por Cristo.
Entonces se alegrarán todas las personas devotas
y se entristecerán todos los irreligiosos.
Entonces se animará más el cuerpo que sufrió privaciones
que si siempre se hubiera nutrido con delicias.
Entonces resplandecerá la ropa modesta
y se oscurecerán los finos vestidos.
Entonces se valorizará más la vivienda pobre
que el palacio recubierto de oro.
Entonces más ayudará la constante paciencia
que todo el poderío del mundo.
Entonces será más encomiada la simple obediencia
que los profundos conocimientos.
Entonces se ponderará más el desprecio de las riquezas
que todos los tesoros de la tierra.
Entonces te aliviará más haber orado con dedicación
que haber comido exquisitamente.
Entonces te gozarás más de haber respetado el silencio
que de largas habladurías.
Entonces valdrán más las actividades santas
que muchas bellas palabras.
Entonces satisfará más la vida austera y la ardua penitencia
que todos los deleites de la tierra.
6. Aprende ahora a sufrir moderadamente
para que puedas liberarte de sufrimientos mayores.
Prueba aquí primero de lo que serás capaz después.
Si ahora puedes soportar tan poco
¿Cómo podrás aguantar las torturas eternas?
Si al presente sobrellevas tan impacientemente un breve padecimiento
¿qué hará entonces el infierno?
La verdad es que no puedes tener dos gozos completos:
deleitarte aquí en el mundo y después reinar con Cristo.
Si hasta el día de hoy hubieras vivido en medio dehonores y libertinaje
y te llegara el momento de morir
¿de que te habría servido?
Todo, por tanto, es vaciedad
fuera de amar y servir a Dios.
Quien ama a Dios con todo su corazón
no teme a la muerte, ni a los suplicios, ni al juicio [sic]
ni al infierno
porque el perfecto amor nos da seguro acceso a Dios.
No extrañe que quien insiste en deleitarse y
en pecar esté asustado por la muerte y el juicio.
Bueno es, con todo, que si el amor no nos aparta del mal,
por lo menos el miedo al infierno nos cohiba.
Porque el que pospone el temor a Dios, no puede
durar mucho tiempo obrando bien
sino que caerá pronto en las trampas del demonio.
Shinigami*
~Life Isn't Set In Stone, Things Change~
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